domingo, 2 de enero de 2011

Schopenhauer. Introducción a su pensamiento

Para Schopenhauer nuestro mundo está hecho del mismo material que el de los sueños, el "Velo de maya" de los hindúes. Sólo existe una fuerza cósmica: la voluntad; que tanto hace nacer estrellas como crecer las plantas o generar y liquidar nuevos seres humanos sin cesar. Éstos se ven atrapados en una dolorosa paradoja: no pueden resistirse al impulso de la voluntad ciega e irracional de su propia naturaleza que muchas veces les acarrea el sufrimiento, y a la vez aspiran a estar libres de él. Sólo hay dos formas al parecer de liberarnos o de al menos reducir este sufrimiento. La primera es con la muerte, pero esto es algo de carácter completamente ilusorio y engañoso. Un trance en el que la naturaleza, una vez acabada su función en nosotros, pondrá otro nuevo individuo en nuestro lugar para continuar su tarea sin fin, y el sufrimiento no terminará, haciendo que actos como el del suicidio sean totalmente inútiles. La segunda es la tarea que llevan a cabo místicos y ascetas, que mediante la aniquilación de su voluntad y su victoria sobre la naturaleza consiguen rasgar el velo de maya, ver "más allá". Ésta es la única salida y victoria posible.


A pesar de que muchos autores afirman que la ética es la base del sistema de Schopenhauer, lo cierto es que es su metafísica la piedra angular del mismo. Schopenhauer afirma descubrir la cosa en sí, que no es otra que la voluntad. A partir de ahí toda su ética impele al conocimiento y renunciación de la misma. Ni la época ni quizás la personalidad del propio autor habrían hecho posible que Schopenhauer llevara él mismo a la práctica lo que decía. Por eso se distancia diferenciando la labor del filósofo de la del asceta o místico. Al primero sólo le es posible a lo sumo aspirar a cierta tranquilidad ante el mundo gracias a su conocimiento, pero sólo al asceta o al místico le está reservada la victoria sobre él, la visión de la cosa en sí. Sólo ellos rasgan el Velo de Maya. Schopenhauer encontró pues especial inpiración allí donde esta lucha contra el sueño de la realidad aún pervive con plena vigencia; en Oriente, y concretamente en la India. Pronto se convirtió en ávido lector de todo lo referente a la cultura de esas latitudes.

La admiración de Schopenhauer por todas las formas de ascetismo y misticismo es enormemente fuerte. En cierta forma, su filosofía es la antesala de la mística, como él mismo a veces se da cuenta. Sin embargo, con la misma fuerza con la que admira a místicos y ascetas rechaza las religiones sistematizadas socialmente, a las que llama "metafísica para el pueblo". Es esta misma consideración por las religiones en estado puro la que le lleva a citar varias veces textos hindúes, budistas y cristianos así como a rechazar al mismo tiempo catolicismo, protestantismo, judaísmo, Islam, y cualquier otro tipo de religión "social". Para Schopenhauer la conquista del mundo incluso nunca fue el objetivo de la religión cristiana, sino que el cristianismo no acabó de triunfar ante los antiguos dogmas judíos "este objetivo determinante no es, ni tan siquiera una vez, el auténtico cristianismo del Nuevo Testamento, ni tampoco su espíritu, puesto que es para ellos demasiado elevado, demasiado etéreo, demasiado excéntrico, excesivamente no de este mundo y, por tanto, demasiado pesimista, completamente inapropiado para la apoteosis del Estado, sino que se trata simplemente del judaísmo, la doctrina de que el mundo ha recibido su existencia de un ser personal y muy superior, algo que, por tanto, es también el más encantador y en donde todas los cosas son hermosísimas."

Alrededor de Schopenhauer se organizó en el mundo académico un complot de silencio contra el cual reaccionó con furia, acusando al ambiente académico de estar bajo el control e influencia del clero. Este silencio perdura en buena medida hasta nuestros días. En su tiempo, las críticas mordaces con las que se empleó el autor en sus obras son todo un estímulo para la lectura. Tremendamente individualista, fue muy difícil para sus contemporáneos encasillarlo en escuela alguna. Con posterioridad los ataques sobre él han ido centrados en sus diversos comentarios sobre los más diversos colectivos. Pero esto en realidad es anecdótico cuando se profundiza en la personalidad del autor. Tanto arranca encendidamente a favor de la abolición de la esclavitud, como cuestiona la inteligencia de las mujeres. Arrasa con todos los tópicos sobre las bondades de los pueblos europeos y afirma que prefiere la compañía de su perro a la de los humanos, o también cita antes de morir que le da vergüenza ser alemán.


Su obra en su tiempo
Durante la época posterior a Kant, en la que aparece Schopenhauer reclamando su lógica sucesión, la filosofía empezaba a derivar hacia un oscurantismo tanto en el lenguaje como en los conceptos. Las ideas tratadas con tanta profundidad por Kant no solían penetrar en las cabezas de muchos académicos, que sin entenderlas, optaban por usar unas absurdas formas en el lenguaje carentes de todo contenido. Esto irritaba especialmente a Schopenhauer, que siempre optaba por el lenguaje claro y se situaba en el polo opuesto de estas prácticas. Veía como la búsqueda sincera del conocimiento iba siendo lentamente sustituida por una jerga sin sentido del lenguaje que sectariamente se aprobaba en los círculos académicos. Las ideas se vuelven "nueces vacías, como esa de que `el mundo es la existencia de lo infinito en lo finito´, o la de que `el espíritu es el reflejo de lo infinito en lo finito´, y otras semejantes.[...] Pero sin duda es tan probable que una mente vulgar tenga pensamientos no vulgares como que los olmos den peras."

Según Schopenhauer, todo esto era debido a un interés especial de las autoridades académicas afines al clero. Se crea la "filosofía de profesores", tal como ya ocurría en tiempos de los sofistas, en donde el sincero afán de conocimiento se haya sepultado ante la dependencia económica del estado. No es posible ser filósofo a sueldo. "Que con la filosofía sea posible un afán tan sincero y fuerte, es algo que quien menos puede soñar es un profesor; del mismo modo que el menos creyente de todos los cristianos suele ser el Papa. Por eso es muy raro que un auténtico filósofo haya sido también profesor de filosofía"

La filosofía después de Kant y el asentamiento que supuso de los principios racionales que ponía en entredicho cada vez más la aceptación de una búsqueda de un "Ser" como centro del pensamiento en occidente, empezaba a convertirse en un amenaza para la intelectualidad de la teísta Europa. Así comenta con ironía "El catolicismo alemán o neocatolicismo, no es otra cosa, en efecto, que hegelianismo popularizado. Al igual que este deja el mundo sin explicar: está ahí, sin más historias. Simplemente recibe el nombre de Dios, y la humanidad el de Cristo. Ambos son "fines en sí", es decir, existen precisamente para abandonarse a su propio bienestar, tanto como dure la breve vida ¡Alegrémonos pues!"

Todo ello sin embargo, es tratado sarcásticamente por el autor, que dándolo todo por perdido arremete con ironía y sentido del humor y confiando en que los tiempos futuros le darán un reconocimiento que el presente le negaba. "...también en todos los tiempos las obras estimables se van abriendo paso a paso su camino y como por un milagro, se las ve finalmente elevarse sobre la turbamulta, a la manera de aeróstatos, que de las regiones más densas de la atmósfera ascienden a otras más puras y una vez allí se sostienen sin que nada ni nadie pueda hacerlas descender" .

Este reconocimiento le ha llegado sin duda, pero bajo la especial forma de haberse convertido en un autor de culto. Fácil es encontrar personalidades brillantes de este siglo en el campo de las humanidades o la ciencia que han sido influidos por su obra, pero más fácil aún es observar la ley del silencio a la que frecuentemente se le ha sometido.


Su obra en la posteridad
Pensador difícil de meter en cualquier corriente, se le ha usado tanto para decir que inspiró a marxistas y a nacionalsocialistas, a ateos y a espiritistas. En realidad muchos autores decisivos leyeron a Schopenhauer, pero éste no puede ser acusado de ser germen de ninguna de estas cosas, y su oposición al sometimiento del individuo al estado es bien patente en muchos párrafos de su obra. Su frontal rechazo a las ideas de Hegel, que según él estaban estropeando Alemania y que a la postre alimentarían tanto a nazismo como a marxismo de manera fundamental, es la mejor demostración de ello. "Con ello no sólo se convierte la filosofía académica en una escuela del filisteísmo más vulgar, sino que al final se llega como Hegel, a la indignante doctrina de que el destino del ser humano se agota en el Estado -algo así como el de las abejas en la colmena-. Y así se desvía por completo la atención del fin más sublime de nuestra existencia."

Su genialidad y brillantez, su sentido del humor, y el desarrollo de la metafísica más potente que nunca se halla gestado en occidente han proporcionado a Schopenhauer adhesiones de las mentes contemporáneas más brillantes. Desde Freud, del que se ha demostrado se inspiró en sus ideas, a Nietzsche, más sincero y quien le dedicó un libro entero ("Schopenhauer educador") . También Einstein afirmó que después de haber leído a Schopenhauer su concepción de la muerte había cambiado radicalmente, Wittgenstein, Kierkeegard, y una larga lista de autores no escapan a la influencia de "El mundo como voluntad y representación", la principal obra de Schopenhauer y eje de todo su sistema.

Gran amante de todo lo hispano, utiliza nuestro refranero a menudo, y era gran lector de Calderón y Baltasar Gracián, del cual se inspiró en su "Oráculo" para realizar parte de sus "Parerga" y a los que cita muy frecuentemente. La obra de Schopenhauer encuentra correspondencia también en una de las generaciones literarias españolas más brillantes de la historia, la de principios de siglo, y en especial en Baroja y Unamuno. Actualmente, el impulso de su pensamiento se viene manifestando desde hace décadas en todo tipo de manifestaciones artísticas y de pensamiento. Con Schopenhauer encontramos tempranamente, todos los intereses especulativos que habrán de ser luego generales en el siglo XX, desde el psicoanálisis hasta el interés por lo esotérico y por las culturas orientales, la ciencia, la sicología, e incluso la sensibilidad de la música más actual. Es por muchos considerado el padre de este siglo, y sin embargo sigue pesando sobre él un silencio cada vez más evidente.

Asignatura: CRF
Publicación: 3er Parcial

Arthur Schopenhauer

Pensador alemán y uno de los mejores prosistas en lengua germana. Con lenguaje claro y sencillo fue penetrando en las bases más profundas de la filosofía occidental. Elaboró un original sistema que recogía el pensamiento de los clásicos como Platón y de su antecesor Kant para llevarlos a coincidir sorprendentemente con budismo e hinduismo, cerrando así el círculo de la filosofía para llevarla de nuevo a sus orígenes, a las culturas más antiguas de la humanidad. Fue de hecho, el primer intento serio de unir las metafísicas occidental y oriental, y aunque esto no fuera intencional, lo cierto es que se anticipó a los intereses del siglo venidero.

schopenhauer

Arthur Schopenhauer nació en la ciudad de Danzig en Febrero de 1788 al tiempo en que Kant publicaba su "Crítica de la razón Pura". Su padre, un próspero comerciante de carácter fuerte, era un republicano liberal que admiraba todo lo inglés, una admiración que procuró transmitírsela a su hijo quien recogió buena parte de este interés. Empeñado en que su hijo siguiera su misma carrera comercial, acabaría encontrando la oposición de éste a quien no hacía gracia seguir sus pasos. No obstante, Arthur siempre llevó una buena relación con él; estima que aparece en sus escritos al agradecer que su independencia económica heredada de su progenitor le hubiera permitido llevar a cabo su verdadera vocación. Con su madre sin embargo tuvo que experimentar relaciones muy difíciles. Era una mujer de temperamento jovial y alegre, hábil en el trato con los demás y asidua a las reuniones sociales, sin embargo chocó ya tempranamente con su hijo a quien llegó a desheredar.

Cuando en 1793 los prusianos ocupan Danzig, la familia se retira a Hamburgo, donde por su nueva casa pasarían regularmente poetas y literatos. Este ambiente llevó a su madre a escribir varios libros que no tuvieron mayor difusión. 4 años después, en 1797, su padre lo envía a Francia a educarse en plena efervescencia del caos pos-revolucionario, poco después, y siguiendo una itinerante y políglota educación viajará a Londres para aprender el inglés. Aquí el rígido carácter británico de por entonces no era demasiado de su agrado, aunque estas pequeñas decepciones contribuirían a desarrollar cierto negativismo respecto a las supuestas virtudes colectivas como el patriotismo, frente al cual siempre se mostró escéptico cuando no satírico. Todo esto, sumado a lo fuertemente impresionado que quedaría por los sufrimientos de las clases humildes que veía en sus viajes en una época tan convulsionada, le llevaría a asumir una especial percepción del mundo que desarrollaría ampliamente años después. Como él comenta "a los diecisiete años, sin ninguna formación intelectual, me sentí tan impresionado por la miseria de la vida como Buda, cuando en su juventud contempló la enfermedad, la vejez, el dolor y la muerte."

En 1805 muere su padre en un oscuro suicidio, algo de lo que moralmente culparía a su madre. Sin embargo quedará bajo la tutela de ésta con la que se traslada a vivir a Weimar. En casa de su madre verá abrir un salón literario por el que pasarán artistas muy importantes, Goethe entre otros. Inicia por entonces su carrera comercial, pero después de un cierto tiempo e influido por las charlas que presencia en su casa, decide cambiar de vocación e ingresa primero en el Gymnasium de Gotha, donde estará 6 años, para luego seguir sus estudios preuniversitarios en Weimar. Poco después ingresa en la universidad, siguiendo cursos de medicina, ciencias naturales e historia en Gottinga; para entonces Schopenhauer habla además de su lengua, el inglés, el italiano y algo de francés, además del griego y el latín. Bajo las recomendaciones de Schulze, un discípulo de Kant, se centra en las lecturas de Platón y Kant, lecturas que comparte con una pasajera afición a la antropología.

En 1811 se traslada a la universidad de Berlín, donde queda impresionado por Wolf, a la vez que decepcionado por Fichte, el cual gozaba de fama profesional. Durante su estancia en Berlín estalla la guerra de liberación contra Napoleón, pero Schopenhauer al ser extranjero no es llamado a filas, y opta por dirigirse a un pequeño pueblo alejado del conflicto y en donde redacta su primera tesis "Sobre la cuádruple raiz del principio de razón suficiente" en 1813, sobre la cual se germinaría su posterior sistema. Esta obra la dedicó a su madre quien la recibió con desdén. No obstante después de obtener el doctorado, volvió a casa de su madre en Weimar, en donde disfrutó de la amistad de Goethe y al que profesó una admiración de por vida.

En ese tiempo contactó con el orientalista F. Mayer, lo que supuso un acontecimiento capital en la trayectoria del pensamiento del autor. Brahmanismo, budismo, taoísmo... y un largo etcétera de las ideas maestras de Oriente pasaban por sus manos mientras veía en ellas constantes afirmaciones a los planteamientos expuestos en su tesis. Estas traducciones, de discutida exactitud por entonces, empezaban a entrar en Occidente en esa misma época e impactaron tan fuertemente al autor, que ya después a lo largo de su vida su atención en ellas sería permanente. Incluso siendo tan contrario a toda forma religiosa, se dice que consiguió una estatuilla de bronce de un Buda la cual colocaría en su dormitorio. Sin conocimientos para sondear los fundamentos prácticos de lo que estos libros exponían, Schopenhauer se ha de contentar con "encontrar consuelo en la amable sonrisa del Buda", frente al absurdo de la existencia.

A los pocos años, y después de un viaje por Italia y de una incursión en la ciencia en "Sobre la visión y los colores", entrega a su editor "El mundo como voluntad y representación" la cual se publica en 1819. Su obra principal, su "querida hija" no sufriría alteración alguna en sus bases a lo largo de toda su vida, y a ella pivotan todas las demás obras. Sin embargo, el fracaso editorial en su primera publicación fue enorme; tanto como su decepción, lo cual justifica por no ser obra para su tiempo, sino para tiempos venideros.

En 1822 vuelve a Italia de la que regresa en 1825 con intención de dar clases en Berlín, pero sus clases no se llenan a diferencia del por entonces popular Hegel. Además, se le niega una cátedra. El fantasma de la persecución a su obra empieza a asomar y al poco decide trasladarse a Francfort del Main debido a un sueño premonitorio del que deja constancia. En poco tiempo el cólera haría su aparición en Berlín, y su rival, Hegel, caería víctima de ella.
En Francfot vive en compañía de su perro, animal éste que junto al resto, trata con total devoción y de los que dice que su compañía no tiene comparación a la de las personas. Aquí vivirá retirado hasta su muerte en 1860 disfrutando de una cómoda renta que le permitirá una producción literaria no muy numerosa pero si muy cuidada y de gran valor. Aprende también el español y traduce el complejo "Oráculo" de Baltasar Gracián, y lee con asiduidad a Calderón. Su admiración por lo hispano le lleva incluso a un excelente dominio del refranero, el cual usa muy frecuentemente.

Durante su vida en Francfort, va publicando diversas obras. "Sobre la Voluntad en la naturaleza" publicada en 1836, intentaba conciliar su sistema con los últimos logros de la ciencia pero no tuvo mayor resonancia. En 1838 fallece su madre, poco después va a concurso convocado por la Real Academia Noruega de las Ciencias que premia su ensayo "En torno a la libertad humana", pero en otro convocado por la academia danesa no obtuvo galardón pese a ser el único presentado por "irrespetuosidad con los filósofos consagrados". El resto de sus obras sufrirían parecido destino. En 1844 pública la segunda edición de "El mundo como Voluntad y representación", aumentado con un segundo volumen de "Complementos". Esta ignorancia sobre su obra se aguantaría hasta que en 1851 aparecerían los "Parerga y Paralipómena" (Cosas accesorias y omitidas), y su fama se disparó. Los artistas intentaban retratarle, la juventud le seguía en esta visión no optimista del mundo tras haber experimentado la desilusión de otra revolución más, la del 1848-49, y personajes como Wagner quedaban impresionados. Este último, leyó "El mundo como voluntad y representación", y en ella se inspiraría en buena parte. Incluso le llegó a mandar un ejemplar dedicado de "El anillo de los Nibelungos", su máxima obra. Como consecuencia de este reconocimiento final, "El mundo como voluntad y representación" alcanza su tercera edición, y al año de su muerte, 1860, se publica la segunda edición de "Los dos problemas fundamentales de la ética".

Todo este giro radical en la aceptación de su obra era visto con gran satisfacción por Schopenhauer, y no dejaba de aprovechar la ocasión para hacer un repaso mordaz de todos aquellos que le habían denostado. Al final de su vida, le fue ofrecido el ser miembro de honor de la Real Academia Danesa, puesto que éste rechaza. Sin embargo todos estos rasgos de ésta faceta esporádica del carácter de Schopenhauer tiene también su lado negativo, pues hay que comentar que fue poseedor de una explícita misoginia, de la cual al final de su vida se arrepintió en buena parte "No he dicho la última palabra sobre las mujeres, creo que cuando una mujer logra sustraerse a la masa, es decir, sobresalirse por encima de ella, es capaz de engrandecerse ilimitadamente y más que los propios hombres." Esta misoginia suele ser explicada por varios autores debido a la tormentosa relación que mantuvo con su madre, sin embargo esto le ha contraído cierta mala prensa.

Una idea de su personalidad nos la ofrece F.de Careil:

"Habitualmente reservado y de un natural tímido hasta la desconfianza, no se entregaba más que a lo íntimos o a los visitantes que pasaban por Francfort. Sus movimientos eran vivos y alcanzaban una energía extraordinaria en la conversación; huía de las discusiones y de las controversias verbales inútiles, pero era para mejor gozar del encanto de una conversación placentera. Conocía y hablaba con igual perfección cuatro idiomas: el francés, el alemán, el inglés, y el italiano y, pasablemente, el español. Cuando conversaba, el verbo del anciano bordaba sobre el cañamazo un poco pesado del alemán, sus brillantes arabescos latinos, griegos, franceses o italianos. Era una seducción, una profusión de agudezas, una riqueza de citas, una exactitud de detalles que hacía olvidarse de la horas, y a veces el pequeño círculo de sus íntimos le escuchaba hasta la medianoche sin que en ningún momento apareciese la fatiga pintada en su rostro o se amortiguase el fuego de su mirada. Su palabra clara y acentuada cautivaba al auditorio: ordenaba y analizaba todo en conjunto; una sensibilidad delicada aumentaba el calor; era exacto y preciso en toda clase de temas. Un alemán que había viajado mucho por Abisinia, se quedó asombrado un día al oírle dar detalles tan precisos acerca de las diferentes especies de cocodrilos y de sus costumbres; se imaginó tener ante sí a un antiguo compañero de viajes."

Un año después de la fecha de este relato, en 1860, fallece Schopenhauer. Su asistenta fue como cada mañana a su habitación. Estaba reclinado en su sillón con una leve sonrisa.

Asignatura: CRF
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jueves, 30 de diciembre de 2010

Friedrich Schleiermacher

Friedrich Schleiermacher (1768-1834), often called the father of modern theology, was a German philosopher and one of the greatest Protestant theologians of the 19th century. He is often regarded as the father of modern hermeneutics, i.e. the science of interpreting the Bible, and known for his many other works in the area of systematic theology. Otto Weber states that, "Retrospectively, the dogmatics of the 19th century can be understood essentially as the direct, indirect, or negatively received influence of the theology of Friedrich Daniel Schleiermacher, one of the most powerful personalities in all of church history, in some ways comparable with Augustine."


Born in Breslaw, Germany in 1768, Schleiermacher was the son of a Prussain army chaplain. At age nine his father came into contact with Pietism and entered into a devotional lifestyle. Friedrich was sent at age 15 to a boarding school run by the Moravian Brethren, a pious evangelical group that traced its roots back to Jan Huss. [2]. While at boarding school Schleiermacher began to question his faith to which the Moravians did not care to give an answer.

As time went on Schleiermacher left to study at the University of Halle. Upon his fathers advice he studied Immanuel Kant who at this point in time was "causing a storm throughout the intellectual world." In 1790 he became a Reformed minister and later moved to Berlin in 1796 to be a hospital chaplain. While there he met Friedrich Schlegel with whom it was decided to attempt a translation of the works of Plato in the German language. [3]

In 1799 Schleiermacher published On Religion: Speeches to Its Cultured Despisers. "It defended religion against its Enlightenment critics. Religion, he argued, was not a philosophy, nor abstract metaphysical thought, nor natural science, nor adherence to dogmatic formulae, but the "sense and taste for the infinite" consisting primarily in feeling; belief and action are secondary. Knowledge of the soul and knowledge of God are inseparable—a concept that had been presented more than 1000 years earlier by St. Augustine. His thought thus has a subjective focus, but it should not on that account be deemed sheer "subjectivism." Schleiermacher's careful analysis of religious feelings always has in view, at least by implication, the infinite and eternal reality to which these feelings are responses. The Speeches are sometimes held to be pantheist in tone, but he did not identify the world with the "infinite and eternal." Rather, he held that it is always in and through one's experience of the whole interconnecting realm of the finite that there comes a sense of dependence upon the infinite ground of all things." [4]

After the invasion of Napolean in 1806 Schleiermacher left and moved back to Berlin. In 1810 he became the dean of theology at the University of Berlin and in 1815 became the rector of the University. [5] However, it was in 1821 that Schleiermacher wrote The Christian Faith with a revision written in 1830. This book was based on his Speeches (1799). "The Speeches provided the agenda for the new conception of religion; The Christian Faith sets forth that new conception." [6] Modern systematic theologies have followed his model ever since.

Although Schleiermacher received attention for his published works, he achieved his greatest fame as a pastor. Jonathan Hill describes him as a "brilliant, charismatic speaker" [7] and his ability to preach to the hearts and minds of his listeners was evident as many traveled great distances to hear him preach. His proudest achievement came as he was awarded the Order of the Red Eagle by the king of Prussia.

Schleiermacher died in 1834. "His coffin, carried by twelve of his students, was followed through the streets of Berlin by a line of mourners over a mile long, among whom were he king and crown prince; and thousands crowded the streets to watch." [8] Schleiermacher opened up the possibilities of Christian thought to blossom and develop in ways previously unimagined.

Asignatura: CRF
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Friedrich Nietzsche

Al igual que Kierkegaard, Nietzsche fue un apasionado defensor de la individualidad. Ello lo diferencia de Marx, quien criticaba a la sociedad moderna pero desde una visión colectivista. Su método genealógico, y su psicología del resentimiento y la sospecha, hicieron de él un precursor de los psicoanalistas del siglo XX.


Nietzsche nació en 1844 en la casa parroquial de Röcken (Alemania). Su padre, sus abuelos y sus bisabuelos eran pastores protestantes. Su padre falleció cuando el pequeño Friedrich tenía cuatro años de edad. Era un niño ensimismado y de extrema rectitud de conciencia, al punto que sus amigos lo apodaban "Pequeño Pastor".

Al ingresar a la escuela secundaria, estudió piano y comenzó a componer pequeñas obras musicales. A partir de los catorce años, prosiguió sus estudios como interno en la prestigiosa escuela de Pforta, donde recibió una sólida formación científica, literaria y religiosa, aprendiendo griego y latín y leyendo a los clásicos en su lengua original.

A los diecisiete años comenzó a sentir dudas de fe. Al salir de Pforta, se inscribió en la carrera de Teología, por insistencia de su madre, pero al mismo tiempo se anotó en Filología. Concluido el primer semestre, dejó definitivamente la Teología para dedicarse a la Filología. En 1865 leyó a Schopenhauer, cuyas afirmaciones lo conmovieron. Para ese entonces ya había dejado atrás la fe cristiana.

En 1867 ingresó en la Caballería para participar en la guerra entre Prusia y Austria, y en 1869 fue nombrado Profesor de Filología de la Universidad de Basilea (Suiza). En 1870 dejó por poco tiempo la universidad para ejercer como voluntario en los cuerpos de sanidad durante la Guerra Franco-Prusiana. A su regreso, en Basilea, conoció al famoso músico Wagner, con quien estableció una amistad que duraría varios años.

Sin embargo, su promisoria carrera universitaria se vio truncada por problemas de salud. Sufrió migrañas recurrentes y vómitos, que se hicieron cada vez más frecuentes, impidiéndole realizar su labor. En 1879 solicitó ser relevado de su cargo y se le asignó una pensión, lo que le permitió vivir dedicado exclusivamente a la escritura. Nietzsche viajó entonces por el sur de Alemania, Suiza y el norte de Italia, buscando un clima más favorable para sobrellevar sus dolencias.

A principios de 1889, en Turín, sufrió un ataque del que ya no pudo reponerse. Vivió sus últimos años atendido primero por su madre y, luego del fallecimiento de ésta, por su hermana, hasta su muerte en el año 1900.

Entre sus obras se destacan El origen de la tragedia en el espíritu de la música, Aurora, La gaya ciencia, Así habló Zaratustra, El anticristo, Más allá del bien y del mal, Ecce homo y La voluntad de poder.

Nietzsche sostenía que las creencias en Dios, la Moral y la Metafísica se han revelado inconsistentes; que su origen no se encuentra sino en el hombre, en el hombre débil y sufriente que no puede superar por sí mismo su dolor y busca consuelo en el más allá. Por eso habla de la "muerte de Dios" y propone un nuevo tipo de hombre: el súper-hombre. Paralelamente, advierte sobre el peligro de que nuestro tiempo dé a luz al más bajo de los hombres, al "último hombre", que no vive ya la grandeza alienada del hombre clásico pero tampoco llega a la propia del súper-hombre. El "último hombre" es aquel que se conforma con lo superficial, que no se conmueve ni por la "muerte de Dios". A este tipo de hombre Nietzsche lo considera despreciable. En cambio, en varios pasajes muestra admiración por los santos y los miembros del alto clero de la Iglesia Católica, no por su fe sino por su autoexigencia. Nietzsche fue, indudablemente, una persona de espíritu aristocrático.

«Dios ha muerto», dicía Nietzsche. La concepción según la cual el mundo tiene un orden y sentido, ya sea éste inmanente o trascendente, ha sido superada. El hombre ha tomado conciencia de que todo lo que consideraba como sagrado, santo, bello y bueno, no lo era en sí mismo sino porque él lo valoraba así. El hombre se descubre como aquel que valora, aquel que da sentido. La vida tiene el sentido que nosotros le damos y en ello reside la grandeza del hombre. Ya no podemos hablar de un bien y un mal objetivos. Por eso, en Así habló Zaratustra, su obra más famosa, el personaje central es el predicador persa que siete siglos antes de Cristo enseñó que había un Principio del Bien y un Principio del Mal. En la obra, Zaratustra viene a enmendar su error, a decirnos que no hay un bien y un mal en sí mismos. El bien y el mal son lo que nosotros hacemos que sean, pero nosotros estamos "más allá del bien y del mal".

Asignatura: CRF
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Wilhelm Windelband

Wilhelm Windelband (Potsdam, 11 de mayo de 1848 - Heidelberg, 22 de octubre de 1915) fue un filósofo idealista alemán, fundador de la denominada Escuela de Baden del neokantismo; realizó investigaciones en historia de la filosofía, lógica, ética y teoría de los valores.


Vida
Nació en Potsdam el 11 de mayo de 1848, graduado en 1870 con la disertación sobre la doctrina de la casualidad, llegó en 1873 a profesor de Filosofía en la Universidad de Leipzig, de la cual pasó a las de Zurich (1876) y Friburgo (1877).

Entre 1878 y 1880 publicó la Historia de la filosofía moderna en su relación con la cultura general y las ciencias particulares, título que supone todo un programa. Pasado a laUniversidad de Estrasburgo en 1882, permaneció en ella más de veinte años, período en cuyo transcurso dio a la luz sus principales obras: Preludios (1884), Historia de la filosofía en la Antigüedad (1888), Historia de la filosofía (1891) y Platón (1900).

Murió el 22 de octubre de 1915 en Heidelberg (Alemania) a la edad de 67 años.

Filosofía
Se caracterizó por ser un filósofo idealista, que se dedicó a estudiar la historia de la filosofía desde el punto de vista del kantismo. Procuraba fundamentar la diferencia entre los métodos de las ciencias naturales y los de las ciencias histórico-sociales.

Escuela de Baden
Frente a los intereses radicalmente epistemológicos de los marburguenses, la escuela de Baden, encabezada por Windelband y Heinrich Rickert, centró sus investigaciones en la doctrina de la Crítica de la Razón Práctica kantiana, buscando fundamentar el problema de los valores. Los neokantianos de Baden distinguieron radicalmente la naturaleza de la cultura, y definieron métodos de investigación distintos para ambas; si bien las ciencias naturales deben operar con métodos generalizadores (nomotéticos), inductivos, las ciencias humanísticas o culturales deberían por el contrario atenerse a la individualidad de cada cultura o formación social (idiofenómenos).

Esta división estaba fundada en la intención de mantener a raya el materialismo histórico y toda forma de crítica científica de la cultura. Sin embargo, la asunción del punto de vista individualizador forzaba a mantener las cuestiones relativas a la selección de una cultura —una Weltanschauung o "visión del mundo", con el término que estableció Rickert— fuera del ámbito de la filosofía. El irracionalismo que se introducía así dio pie, ya en el siglo XX, a las teorías de la raza y de la nacionalidad del fascismo.

Neokantismo
Dentro del contexto del neo-kantismo, asumió una posición muy original porque, según su propia expresión, «entender a Kant significa superar a Kant». Su objetivo era proporcionar una fundamentación completa de la filosofía desde la perspectiva del idealismo subjetivo, incluyendo la crítica ético-política desarrollada en la Crítica de la razón práctica por medio de un estudio filológico de la evolución de los trabajos de Kant.

Ciencia nomotética
Windelband denomina ciencias nomotéticas a aquellas que tienen por objeto las leyes lógicas, es decir, las ciencias de la naturaleza, que buscan estudiar procesos causales e invariables. Por el contrario, las ciencias cuyo objeto es el estudio de los sucesos cambiantes, como laEconomía, la Sociología, el Derecho o la Historia, son llamadas ciencias idiográficas. Esta distinción fue básica en la Escuela de Baden, proseguida por Enrique Rickert.

Ciencia idiográfica
Se basa en lo que Kant describe como una tendencia a especificar, y se expresa en la humanidad. Describe el esfuerzo de entender el significado de los fenómenos contingentes, accidentales, y muchas veces subjetivos, (sociología,derecho,historia,economia)

Psicología
Su interés por la psicología y ciencias de la cultura representa una oposición al psicologismo y escuelas como el historicismo. Sus términos "idiográfica" y "nomotética", se utilizaron en la psicología por parte de Gordon Allport para describir diferentes teorías.

Idiográfica describe el estudio de la persona, que es visto como una entidad, con el establecimiento de propiedades de aparte de otros individuos.

Nomotética es más el estudio de una cohorte de individuos. Aquí el tema es visto como la representación de una clase o de la población y sus rasgos de personalidad correspondientes.

Influencias
Windelband fue el mentor del filósofo Heinrich Rickert, el sociólogo Max Weber, y de los teólogos Ernst Troeltsch y Albert Schweitzer.
Obras
-Historia de la filosofía en la Antigüedad (1888)
-Historia de la Filosofía tomo II (1901)
-Preludios (1884)
-Historia y ciencia natural (1924)
-Platón (1900)

Asignatura: CRF
Publicación: 3er Parcial

Nacionalismo, Idealismo y Pesimismo en Alemania

A. JOHANN GOTTLIEB FICHTE (1762-1814)


No sin contradicciones internas, el pensamiento filosófico de Fichte evoluciona desde la época en que presentó a Kant su Ensayo de una crítica de toda revelación (1791) hasta sus célebres Discursos a la nación alemana, pronunciados en la Academia de Berlín entre 1807 y 1808, en los que preconizó -frente al poderío napoleónico- el renacimiento de Alemania mediante un nuevo sistema de educación. El dogmatismo científico de Fichte, de esencia germánica, suscité una vigorosa oposición. Y renace transitoriamente al estallar en 1914 la primera guerra mundial.

Las obras más importantes de Fichte son las que escribió entre los años de 1794 y 1800. Así los Fundamentos del conjunto de la Teoría de la Ciencia la Primera Introducción a la Teoría de la Ciencia la Segunda Introducción a la Teoría de la Ciencia los Fundamentos del Derecho Natural según los principios de la Teoría de la Ciencia y Sobre el destino del hombre. A partir de 1800 la filosofía de Fichte evoluciono hacia un idealismo absoluto teñido de misticismo.

Para este pensador, el nuómeno es una pura hipótesis: lo irreductible es el espíritu humano -el yo, el sujeto- del que es preciso derivarlo todo aplicando el principio matemático de la identidad. Al afirmarse, el yo crea por oposición el no yo. Pero ambas entidades están subordinadas a un principio de unidad total: el yo absoluto, o sea Dios. Corolario de lo anterior será que la regla suprema de la conducta humana consiste en subordinar el no yo, y ser libre. Conservar la propia libertad, explica Reinach, es la esencia del derecho, y respetar la libertad ajena es el principio básico de la contrapartida del derecho, es decir, del deber.

Pero el yo solamente existe cuando piensa: el acto de pensar es el principio de la existencia, y el pensamiento es el punto de partida de la creación de contenidos de conciencia. Evidente retorno a Descartes. Pero lo que da su signo idealista a la filosofía de Fichte es que, al parecer, el pensador llega a la conclusión de que inclusive la materia es "una creación" del sujeto pensante. El objeto de la Teoría de la Ciencia, noción que Fichte identifica con la de Filosofía, es explicar este proceso. Una serie de consideraciones de carácter abstracto y sutil permiten a Fichte contraponer proposiciones reductibles o irreductibles, pero sometidas todas a tres principios fundamentales o "acciones del pensamiento", sobre los cuales reposan los de identidad, contradicción y razón suficiente.

De la manera como el yo entra en contradicción consigo mismo por la "posición" del no yo, y elimina esta oposición mediante la limitación de ambas entidades, fluye el proceso de la evolución, que es infinito y que se traduce o formula en el método dialéctico de la tesis, la antítesis y la síntesis. Este es el inmediato antecedente del devenir hegeliano y, posiblemente, el aporte más fecundo de Fichte al pensamiento moderno.

Distingue Fichte una filosofía teorética y una filosofía práctica, en lo que sigue a Kant, pero su posición es totalmente idealista, toda vez que en su filosofía todo fluye del yo pensante. Ahora bien: en eL saber o conocimiento se realiza la síntesis del orden subjetivo y del objetivo, del yo y del no yo: se llega así a una unidad trascendental, objeto propio "de la más alta filosofía".75

B. GEORG FRIEDRICH HEGEL (1770-1831)


Las principales obras de este gran pensador son la Fenomenología del espíritu (1807), la Ciencia de la Lógica (1812-1816), el Esbozo enciclopédico de las Ciencias Filosóficas (1817), el Esbozo de la Filosofía del Derecho (1821) y sus célebres cursos sobre Historia de la Filosofía, Filosofía de la Religión y Filosofía de la Historia. Sobre las tesis contenidas en estos tratados y las consecuencias que al respecto tiene su dialéctica, puede consultarse la segunda parte de la presente obra.

Hegel aspira a "un conocimiento absoluto", es decir, un saber que abarque tanto al yo como al no yo. Pero la realidad se nos aparece como algo que se impone absolutamente y que está en continua evolución -aporte este debido a Schelling-. luego el no yo deriva de la razón y todo lo real es racional, así como todo lo racional es real. Por ésto Hegel dé el nombre de "Lógica" a la Metafísica.

La razón humana opera dialécticamente, al igual que la realidad: a un estado, que llama tesis, se opone otro llamado antítesis, y ambos se resuelven en un tercer estado, la síntesis: ser, no ser y devenir. Después de lo cual, la síntesis pasa a constituir la tesis de una nueva tríada, conceptual y real a la vez, y así sucesivamente hasta el infinito.

Este proceso arranca en el ser, que es la tesis, o sea "un algo no concreto". Al pensar el ser, "se piensa en nada". Y la nada es lo puesto al ser, y por lo tanto su antítesis. El paso del ser a la nada constituye un tercer estado que implica una relación conceptual y real, la síntesis. Por esto último, precisamente, este proceso no ocurre solamente en el plano de la inteligencia sino en el de la realidad. -"Cuando pienso en el ser, explica Julían Marías, veo que lo que de verdad pienso es la nada; lo cual significa que, en general, en cada estado se encuentra la verdad del estado anterior (...). Cada estado se apoya en los anteriores y contiene la verdad de todos los pasados".76

Sobraría insistir en la importancia que entraría el carácter evolutivo de la dialéctica hegeliana, que arranca de Fichte, pero que en último análisis fluye de las tesis de Heráclito. La dialéctica adquiere aquí un sentido trascendental y sistemático, porque abarca toda la realidad. Pero como toda la realidad es lo absoluto, y lo absoluto es Dios, la existencia divina consiste en un devenir dialécticamente necesario. Los seres finitos o perecederos son estadios o grados de ese proceso evolutivo, que llega a identificarse con la esencia misma de la divinidad. Esto explica cómo el sistema de Hegel es, en el fondo, de carácter netamente panteísta.

Siguiendo el mismo criterio de lo que pudiéramos llamar tricotomía integracional, Hegel observa que, frente a la naturaleza, el espíritu significa interioridad, orden subjetivo. Este orden será también evolutivo y abarcará tres estados, que el gran pensador denomina espíritu subjetivo, espíritu objetivo y espíritu absoluto.

El espíritu subjetivo es el sujeto que se conoce a sí mismo, y en el que distingue Hegel tres estados: alma, o sea el espíritu que unido al cuerpo anima a éste; conciencia, que es el espíritu que vigila su propia actividad, y espíritu propiamente dicho, que es la síntesis de los dos primeros estados. Este último realiza plenamente las funciones congnoscitiva y volitiva.

El espíritu objetivo es la síntesis de la realidad o naturaleza, considerada como tesis, y del espíritu subjetivo, que surge como antítesis. Para Hegel, la suprema creación o manifestación del espíritu objetivo es Estado. Aparece aquí otra tríada, porque el primer estadio del espíritu objetivo es el derecho, y el segundo la moralidad: síntesis de ambos será la eticidad, forma suprema que envuelve y transfigura los dos primeros estadios.

El espíritu absoluto es el fundamento de todo lo demás: es el espíritu "en sí y para sí", que se identifica con toda verdad trascendental. De donde la Filosofía es lo absoluto en cuanto se conoce a sí mismo. A través de los senderos del arte y de los anhelos de la religión, el espíritu absoluto avanza hasta culminar en la Filosofía. Esta es la última de las grandes triadas de integración formuladas por Hegel, a la cual -desde luego- no puede llegarse conceptualmente sino después de un estudio conjunto de sus obras y, también, de la evolución de su pensamiento.

-"La filosofía hegeliana, escribe Ludwig Busse, es la síntesis definitiva en la que están contenidos los sistemas anteriores. En ella, el espíritu absoluto se hace consciente de sí mismo de manera total y reconoce, en la evolución histórica, que ha recorrido todo el contenido de su propia esencia".77

C. FRIEDRICH WILHELM SCHELLING (1785-1854)


El aporte fundamental de este pensador es la llamada "Filosofía de la identidad". Schelling partió de Fichte y concibió la realidad o naturaleza como "espíritu hecho visible" y, a la vez, como un medio de que el Creador se sirve para suscitar una conciencia en los espíritus individuales. Lo cual ya nos está diciendo que el pensamiento de este filósofo linda con la mística.

De acuerdo con Fichte, sostiene Schelling que la filosofía tiene -necesariamente- que derivar la noción de lo real de algún principio supremo. Pero este principio no reside en el yo, sino que consiste en la identidad de sujeto y objeto, de espíritu y naturaleza. Todo tiende a "concienciarse", porque la conciencia, como explica hermosamente Salomón Reinach, duerme en el mineral, late en la planta, sueña en el animal y se despierta en el hombre.78

De otra parte, la razón de lo absoluto se desarrolla o evoluciona precisamente en los contrastes que presentan el sujeto y el objeto, lo ideal y lo real, el espíritu y la materia. Pero en el proceso de "concienciación" existen dos líneas o corrientes: una real y otra ideal. Ambas fluyen en tal forma que su curso tiende a confundirse, creando una entidad superior, a la manera que de la reunión o confluencia de dos corrientes de agua puede nacer o nace un gran río.

La evolución de la línea real pasa de fenómenos en que predomina la materia a otros en que ésta se transforma y espiritualiza, tal como ocurre con la luz o con los seres de la escala biológica. Por su parte, la línea ideal alcanza su máximo desarrollo en la intuición estética, que para Schelling no es otra cosa que la unidad del aspecto inconsciente (real) y del consciente (ideal) del espíritu. Pero sólo en el conjunto del universo se da la absoluta identificación de ambos factores. Parece ser que tal conjunto no es otra cosa que una entidad creadora, intuída por la filosofía. En definitiva, una "entelequia divina", un nuevo nombre de Dios.

Vemos así que a las sistemáticas y rigurosas construcciones de Kant, e inclusive de Hegel, sigue un pensamiento filosófico basado en intuiciones de carácter místico y propiamente poético. Una vez más tuvo razón Reinach al terminar el comentario que consagra al autor del Sistema del Idealismo Trascendental: -"Schelling nos deja el recuerdo de un poeta de alto vuelo, extraviado en la filosofía y en la ciencia".79

D. ARTHUR SCHOPENHAUER (1788-1860)


El autor de El mundo como voluntad y como representación y Sobre la cuádruple raíz del principio de razón suficiente aparentó ser un implacable adversario de los idealistas, y en particular de Hegel. Pero no pudo escapar al signo de su tiempo, de su cultura y de su raza. Sólo que fue un pensador cuyas ideas reflejaron, ante todo, su vida emocional, sus pasiones y sus propios complejos. Sin embargo, fue muy grande su influencia, porque sus tesis coincidieron con el auge de la sensibilidad romántica.

El mundo, para Schopenhauer, es una "representación", es decir, una apariencia. Pero entre las cosas que conocemos hay algunas que no son apariencias: así nuestra propia entidad, que se nos revela -ante todo- como voluntad de vivir, como un querer o inclinación vital e intelectual que nos lleva a aspirar a algo y en ocasiones a conseguirlo, pero que en ambos casos nos conduce al dolor.

Aparece aquí, en el pensamiento de Schopenhauer, la influencia de determinadas filosofías orientales. Porque si la vida es dolor, y el placer un paréntesis dentro de ese dolor, la voluntad de vivir es un mal. Del cual sólo podemos escapar mediante la anulación de nuestra propia voluntad. Vale decir, dejándonos llevar "por la corriente Nirvana". De donde el pensamiento de Schopenhauer resulta ser pesimista en sus planteamientos y todavía más pesimista en sus conclusiones.

La redención, por consiguiente, será la destrucción o la autodestrucción. Esta es la tesis negativista que ilustré Ricardo Wagner en muchos de sus grandes dramas musicales y, particularmente, en Tristan e Iseo, bien que complementándola con la del amor que redime, pero aniquila.

Schopenhauer se preocupó especialmente por los asuntos concernientes a la belleza artística y concedió, en este terreno, una importancia fundamental a la música, como elemento libertador y purificador. -"Mas la felicidad que la consideración estética proporciona, explica Busse, es de corta duración. La voluntad interviene de nuevo y, tras del goce que nos proporciona, nos hace apreciar como doblemente dolorosa la infelicidad de la existencia. Una redención verdadera sólo puede alcanzarse por la negación de la voluntad de vivir".80 Sin duda, la filosofía de Schopenhauer es la que corresponde a un hombre genial, infortunado y misógino.

Asignatura: CRF
Publicación: 3er Parcial

La Filosofía crítica de Immanuel Kant


POSICIÓN INTELECTUAL DE KANT

Inmanuel Kant (1724-1804) adviene en un momento propicio para la renovación fundamental del pensamiento filosófico. Tarea a la cual, después de una larga preparación, se consagró por completo. Para esta misión disponía de profunda inteligencia singular capacidad metódica y, lo que no es menos importante, absoluta tranquilidad de espíritu.

El idealismo racionalista culmina con Leibniz: toda explicación racional del universo se apoya en la demostración de la existencia de Dios, autor de la armonía que existe entre todas las mónadas. De otra parte, con Hume llega el empirismo inglés a su más rotunda formulación: para ese filósofo, la existencia es algo meramente subjetivo y sólo median diferencias de grado entre la noción de "algo existente", que en realidad poseemos o creemos poseer, y la impresión puramente imaginada de ese "algo existente".

El tercero de los antecedentes de la filosofía kantiana es la física de Newton. En tanto que el empirismo concluye afirmando la imposibilidad de todo conocimiento trascendente -término opuesto a inmanente-, la física permite un conocimiento exacto de la naturaleza.

La oposición entre la física de Newton y las teorías de Hume, y la afirmación básica de Leibniz respecto a la existencia de Dios, movieron a Kant -después de un largo período de meditación: la "etapa precrítica"- a formular una filosofía que, teniendo en cuenta el empirismo de Hume, se aproximara por su estructuración a la física de Newton. Se trataba de conocer la realidad, de saber si es posible el conocimiento objetivo, planteando así -como base de una futura metafísica- el problema previo de la crítica del conocimiento humano.68

LA CRITICA DE LA RAZÓN PURA

Conocer equivale a captar el ser de las cosas. Si estas existen fuera de mí mismo, es decir, en sí mismas, serán trascendentes, y conocerlas equivaldrá a conocer algo que existe fuera del sujeto pensante. Por el contrario, si lo exterior no llega a nosotros sino deformado, o si el hombre solamente puede conocer lo que hay en sí mismo, tal como afirmaba Berkeley, el conocimiento trascendental será imposible, porque lo que podemos conocer es apenas algo meramente subjetivo: nuestras propias ideas.

Por "razón pura" entiende Kant una manera de conocimiento que no proviene de nuestros sentidos y que es independiente de toda experiencia. Es posible, en realidad, este conocimiento? Porque si lo es, presupondrá que podemos adquirir nociones no deformadas por los datos de nuestros sentidos: conocimientos trascendentales. De donde podrá existir una metafísica capaz de suministrarnos conocimientos ciertos sobre el verdadero ser, sobre la verdadera realidad de las cosas, es decir, sobre el ser trascendental. Kant recorrió un largo camino antes de dar una respuesta a tal interrogante.

1. Nuómeno y fenómeno

El conocimiento es inmanente o es trascendente, tal como lo había planteado ya la filosofía clásica de los griegos. Pero solamente en el segundo caso podrá ser posible una metafísica. La disyuntiva es resuelta por Kant afirmando que el conocimiento es trascendental, lo que en este caso quiere decir que capta la realidad de lo objetivo, de las cosas, pero lo capta en el sujeto pensante. Ahora bien: a la cosa como la conozco, da Kant el nombre de fenómeno; a la cosa tal como es, la llama nuómeno. El nur mo conocido en el fenómeno no es la cosa en sí, ni puede serlo, pero es el ser trascendental.

2. Los modos de saber

Tendido así un puente entre lo subjetivo y lo objetivo, entre el fenómeno y el nuómeno, habrá que preguntarse si hay modos de conocimiento, y cuáles son. Para Kant existen tres: la sensibilidad, el entendimiento discursivo y la razón. Pero el conocimiento es a priori o a posteriori: el primero no reposa en la experiencia y el segundo la presupone. Sólo el conocimiento a priori es universal y, además, necesario. De donde la ciencia -tal como ocurre en (a Física y la Matemática- será un conocimiento a priori. Pero, qué ocurre respecto de la Metafísica? Para responder a esta pregunta -se trata de saber, en definitiva, si es posible conocer el nuómeno- Kant se pregunta inicialmente cómo es posible la Matemática; luego, cómo es posible la Física.

Siendo la ciencia un armónico conjunto de juicios, en los que radica la verdad y en (os que consiste el conocimiento, Kant comienza formulando una teoría lógica de los juicios.69

3. La teoría del juicio

Hay juicios analíticos y juicios sintéticos. Los primeros son aquellos cuyo sujeto contiene al predicado: así al predicar el género respecto de una especie, o una propiedad esencial respecto de esta. Los segundos son los que unen un predicado a un sujeto que carecía de tal predicado. Esta última clase de juicios, por consiguiente, es la que enriquece el concepto del sujeto.

Como los juicios son comparaciones, los analíticos resultan ser a priori, porque basta con contraponer sujeto y predicado, para conocer si son compatibles o incompatibles, es decir, verdaderos o falsos. En cuanto a los juicios sintéticos, son en su totalidad a posteriori? Este es, para Kant, el problema central, porque si contestamos afirmativamente la pregunta, ocurre que todo conocimiento realmente nuevo -y que no sea simple deducción de algo que ya sabemos- es un juicio posteriori, y por tanto no será necesario ni universal. Dicho de otra manera: la ciencia, que procede a base de realizar nuevos descubrimientos, o no es necesaria y universal, o es solamente la reiteración, mediante juicios analíticos, de lo que ya se sabe.

Ante esta dificultad, y en vista de realidades científicas como la física de Newton o el cálculo infinitesimal de Leibniz, piensa Kant que tienen que existir juicios que amplíen el conocimiento, es decir, juicios sintéticos que sean necesarios y universales, o sea juicios sintéticos a priori. Es entonces cuando enuncia el problema preguntándose: cómo son posibles, si es que lo son, los juicios sintéticos en la matemática, en la física y en la metafísica?

4. Espacio y tiempo

Todo fenómeno se ordena dentro del espacio y el tiempo. Pero estas "formas" serán también fenómenos? Kant precisa que son algo a priori, pues no las conocemos por experiencia, sino que -por el contrario- condicionan nuestra experiencia. De donde deben considerarse como formas a priori de la sensibilidad, anteriores a los objetos ("cosas") y propias del sujeto. Tales formas nos separan de la realidad objetiva, del nuómeno.

En este punto, asume Kant una posición diametralmente opuesta a los empiristas ingleses: se puede pensar en objetos fuera del espacio, pero no se puede pensar que el espacio no existe. El espacio es una representación a priori, una condición de la experiencia. Como el espacio, el tiempo posee también una "idealidad trascendental", como explica Vorlander.70

5. Las categorías

Así como en la sensibilidad encontramos formas a priori, también en el entendimiento. A éstas últimas, las denomina Kant categorías. Que son las modalidades del concepto de objeto. Estos "modos de ser" dependen del sujeto y no del objeto, como en las categorías aristotélicas. A esta nueva concepción -fundamentalmente revolucionaria- llamó Kant "giro copernicano" de la filosofía.

Las categorías son conceptos puros del entendimiento. Son los distintos modos de que dispone el entendimiento para formular un concepto relativo a una entidad externa, a un nuómeno. Estas categorías posibilitan la formulación de distintas clases de juicios, y son anteriores a toda experiencia. Son formas a priori del entendimiento, a diferencia de espacio y tiempo, que son formas a priori de la sensibilidad, tal como ya se dijo.

6. Las antinomias

Explica Jacques Chevalier71, aclarando notoriamente los conceptos, que cuando la razón pretende prolongar fuera de los límites de la experiencia la serie de las condiciones de esta misma experiencia, se producen proposiciones sofísticas (antinomias), porque aunque no encierran en sí mismas contradicciones e inclusive encuentran en la razón condiciones que las hacen necesarias, las afirmaciones contrarias también descansan en la razón y resultan no menos necesarias.

A favor y en contra de estas tesis, y de sus respectivas antítesis, militan argumentos. Pero si es imposible dar a tales proposiciones una solución dogmática, es posible en ocasiones darles una solución crítica. Esto, porque existe una estructura antinómica de nuestro espíritu. Las antinomias de la razón pura se reducen a una oposición dialéctica. Tanto en las tesis como en sus antítesis encontramos afirmaciones que sobrepasan los límites de la experiencia sensible. Y es más: las dos primeras tesis y sus correspondientes antítesis, que son antinomias matemáticas, son igualmente falsas, porque tanto las unas como las otras consideran al mundo como una "cosa en si", siendo así que el mundo no existe independientemente de nuestras representaciones, es decir, de lo fenomenológico.

Las tesis tercera y cuarta, y sus antítesis, son dinámicas, porque superan el terreno de las relaciones entre magnitudes de la misma especie y nos descubren nuevas perspectivas, en las que encontramos la síntesis de lo heterogéneo: las tesis se referirán a las cosas en sí, y las antítesis al mundo fenomenológico.

La doctrina de las antinomias es otro de los grandes esfuerzos mentales de Kant para conciliar la radical oposición que él mismo se encargó de establecer entre nuómenos y fenómenos.

7. Matemática, física y metafísica

a. La matemática pura.

En tanto que conocemos el espacio y el tiempo de manera apriorística, los juicios que se refieren a tales "formas" son a priori aunque sean sintéticos. De este modo, afirma Kant que es posible la matemática como ciencia, pues versa sobre las relaciones de las figuras espaciales y de la sucesión temporal de unidades que son base de los números.

b. La física pura.

A base de las nociones o "formas" de espacio y tiempo, y de las categorías, el entendimiento elabora los objetos de la física pura. Así, al aplicarse al espacio, la categoría sustancia proporciona el concepto de materia: la categoría causalidad, en función del tiempo, producirá el concepto físico de causa y efecto, etc. Kant observa que, como en este terreno continuamos dentro del a priori -vale decir, fuera de la experiencia y sin tener que recurrir a ella- cabe formular en la física pura juicios sintéticos a priori. De donde esta ciencia es válida, como la matemática.

c. La metafísica.

De acuerdo con la clasificación de Christian Wolff (1679-1754), de la que parte Kant, esta disciplina filosófica presenta dos grandes divisiones: la metafísica general u ontología, y la metafísica especial, integrada por tres campos de estudio: la psicología, la cosmología y la teología racional.72 La pregunta de si es posible una metafísica como ciencia es resuelta negativamente por Kant.

El conocimiento real presupone una materia dada y sensaciones que se ordenan de acuerdo con las formas a priori de la sensibilidad -espacio y tiempo- y con las categorías. De aquí que el conocimiento real sea a posteriori. Pero la metafísica aspira a ser conocimiento real y por tanto a posteriori, y además conocimiento científico puro, es decir, universal y necesario y por lo tanto a priori.

Afirma Kant que carecemos de intuiciones acerca de Dios, del mundo como totalidad y del alma. La síntesis de la materia intuida y de las formas a priori, que es lo que constituye el conocimiento real, no se consigue en los tres grandes campos de realidad intelectiva ya enunciados: la divinidad, la totalidad del mundo y el alma o espíritu inmortal del hombre. Afirma Kant que se trata de "síntesis infinitas". Y como éstas no son mesurables ni abarcables, la metafísica no es posible como ciencia.

Suprimida o negada la intuición de alguna noción a priori sobre el Ser Supremo, es natural que Kant examine críticamente el argumento ontológico sobre su existencia, partiendo de su formulación cartesiana. Para concluir diciendo que como de Dios no hay "nada en nosotros", que somos fenómenos ante nosotros mismos, y aquello porque carecemos al respecto de intuiciones, no tenemos de donde deducir la existencia de Dios.

Entiéndase que esta conclusión negativa es racionalista, pero no escéptica. Kant niega la posibilidad de una metafísica científica, pero no la existencia de Dios, ni la del Cosmos, ni la del alma humana. Tampoco niega la metafísica, ni la importancia de su problemática, sino la posibilidad de estudiarla como ciencia.

LA CRITICA DE LA RAZÓN PRACTICA

Algún divulgador de la filosofía escribió que en la Crítica de la Razón Pura, Kant había dado muerte "al buen Dios". Y que para resucitarlo, había escrito la Crítica de la Razón Práctica. Frase tan ingeniosa como carente de sentido.

Vorlander ha hablado, refiriéndose a Kant, de "una nueva fundamentación de la filosofía". Nada más cierto. Téngase en cuenta que Kant se preparó durante largos años para esta labor. La primera de las obras citadas se publicó en el año de 1781. La segunda, en 1788. En el intermedio, publicó los Prolegomenos para toda metafísica futura que haya de presentarse como ciencia (1783), el Fundamento para una metafísica de las costumbres (1785) y los Principios metafísicos de la ciencia de la Naturaleza (1786). Estas tres obras pueden considerarse como desarrollos de la Crítica de la Razón Pura, y al propio tiempo, "prolegómenos" de la Crítica de la Razón Práctica. A ésta sigue la Crítica del juicio (1790). El conjunto de estas obras contiene lo más sustantivo del pensamiento Kantiano. Y su estudio integral es imprescindible para comprenderlo en su exacta dimensión.

La Crítica de la razón práctica es un intento por encontrar una base teorética para la metafísica. Esta, según Kant, sólo es posible como metafísica de las costumbres, es decir, como una moral. Como explica magistralmente Chevalier, se trata de saber de qué manera la razón, en su uso práctico, puede hacernos percibir en su aspecto real conceptos que no pueden ser representados por la razón especulativa más que de una manera problemática, y cómo el orden de la libertad, que lo implica y presupone todo, es posible al lado del orden de la naturaleza. Aquí también se trata de salvar la distancia antinómica que existe entre dos conceptos o realidades aparentemente antagónicas: la libertad y el orden de la naturaleza.

El hombre trata de aprehender aquello que subyace en la multiplicidad de sus propias experiencias y en los datos de un cierto "sentido íntimo" que posee acerca de sí mismo y de sus propias acciones. Pero aunque libre, como se verá adelante, obra y quiere reconociendo necesariamente la existencia de una ley: el imperativo categórico "incondicionalmente obligatorio" de la ley moral, tal como explica Ernst von Aster.73

Queremos ser felices pero debemos ser morales. El imperativo categórico, que brota de nosotros mismos, garantiza nuestra seguridad y, por lo tanto, nuestra felicidad. Y su formulación, según Kant, es la siguiente: -"Obra de manera que en todo tiempo puedas aspirar a que sus acciones puedan convertirse en ley universal". La segunda máxima involucrada dentro del imperativo categórico kantiano dice así: -"Obra de tal modo que uses a la humanidad, tanto en tu persona como en la de cualquier otro, como un fin y no solamente como un medio". Y la tercera: -"Obra en el reino de los fines como si fueses a la vez el autor y el sujeto de una legislación universal".

Pero para que esta autonomía de la voluntad sea razonable y posible, debe presuponer un orden de libertad. Nuestra capacidad de determinarnos a nosotros mismos de conformidad con el imperativo categórico, o sea con la ley moral, implica una "causalidad libre". Ahora bien: existe la libertad? No dentro del mundo de los fenómenos que la ciencia reduce a su propio dominio. Pero sí en el mundo de la voluntad. La existencia de la libertad humana es un "postulado de la razón práctica".

Dos postulados de la misma especie complementan el mundo de la moral kantiana: la existencia de Dios, entendida como existencia de un orden universal definitivamente válido, y la inmortalidad del alma. Pero la adhesión a estos principios es una creencia, y más específicamente una creencia religiosa racional. Esta teoría, bastante contemporizadora, se sistematiza en una obra escrita por Kant en el año de 1793: La religión dentro de los límites de la mera razón.

PROYECCIONES DE LA FILOSOFÍA KANTIANA

-"La filosofía kantiana -escribe Ludwig Busse- constituye, de una parte, la conclusión de fa evolución que la precede, y por otra, el punto de partida de una nueva evolución. Lo último sucede porque, aparte de los nuevos puntos de vista que aquella presenta, no pudo reunir en un todo sin contradicciones las diversas teorías que pretendía conciliar. Al contrario, aparecen en ella contrastes que constituyen el punto de partida de nuevas direcciones ideológicas, de opuestas tendencias".74

Precisamente por lo que anota Busse, la filosofía kantiana tiene una proyección de excepcional importancia: no sólo en cuanto es continuada en sentido evolutivo por muchos pensadores, sino mejor por el hecho de haber suscitado nuevas teorías y abierto el camino para rectificaciones fecundas. En todo caso, la filosofía alemana posterior a Kant puede clasificarse dentro de una doble y antitética tendencia: una dirección idealista (Fichte, Schelling, Hegel, Schopenhauer, Hartmann), y una dirección realista (Lotze, Herbart).

El hecho es que, tal como explica Chevalier, a pesar de sus esfuerzos, Kant no pudo conciliar el irreductible dualismo entre el mundo de la ciencia y el de la creencia, entre el determinismo fenoménico y la libertad nuoménica: -"De esta no sabemos si existe: la cosa en sí permanece inaccesible al saber humano". Para escapar al escepticismo trascendental dejando a salvo los valores morales, Kant se vió precisado a establecer dos distintos órdenes filosóficos: el de la razón pura, que conduce a la negación de la metafísica como ciencia, y el de la razón práctica, en el que tiene que apelar a presupuestos de simple experiencia y, en ocasiones, de conveniencia.

El esfuerzo titánico del pensador alemán, sin embargo, no fue perdido. De una parte, obligó a sus sucesores a buscar caminos distintos al dogmatismo. De otra, aportó una serie de conceptos fundamentales, sobre muchos de los cuales reposa todavía el pensamiento filosófico.

Mediado el siglo XIX, y como reacción contra el pensamiento materialista, adviene una corriente neo-kantiana: así Federico Alberto Lange (1828-1875), Hermann Cohen (1842-1918), Paul Natorp (1854-1924), Rodolfo Stammler (1856-1929) y los pensadores de la "Escuela de Marburgo". Las tendencias de esta escuela fueron introducidas a España, e influyeron en Hispanoamérica, gracias a José Ortega y Gasset.

Asignatura: CRF
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